Estética v.1.1.08.21 "Cuando el Arte avanza la oscuridad retrocede" (José Narovsky) "El Arte es la llamada a la comunión de los hombres. Nos reconocemos unos a otros por los ecos que el Arte despierta en nosotros, que transmitimos a los demás por el entusiasmo y que repercuten en una acción viva durante generaciones enteras, sin que éstas, a veces, ni siquiera lo sospechen." (Elie Fauré) En la Wicca del Olivo creemos en el Principio Griego que identifica al Bien, a la Verdad y a la Belleza, como interdependientes, es decir que, donde está uno están los otros dos, y todos como la manifestación de la Presencia de Dios. Por lo tanto, nos esforzamos para que nuestros Rituales, nuestros Altares, nuestros Sabats, y en definitiva toda nuestra práctica religiosa, esté signada por la Belleza. Por supuesto, una belleza simple, no ostentosa, con predilección por los elementos naturales, sencilla, de estilo Zen, que sea agradable a la vista y de Paz al Espíritu, para manifestar a nivel externo lo que poseemos a nivel interno. Por supuesto, donde no debe faltar la Belleza, es sobre todo en nuestras acciones: las mismas deben ser puras, virtuosas y compasivas. "Esto es lo único que extraño hasta el día de hoy del Cristianismo: La belleza de sus templos, la ropa distintiva de los Sacerdotes, la reverencia y ceremonia con que se hacen los rituales, todo eso es tan profundo y bello!" (Fuente) |
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Bien, Verdad y Belleza "La Belleza es la marca que Dios imprime sobre la Virtud. No hay respuesta al por qué el Alma busca la Belleza. En el sentido más extenso y profundo, la Belleza es la expresión del Universo. Dios es totalmente Justo, y tanto la Verdad, como la Bondad y la Belleza, son diferentes expresiones de la misma Realidad" (Emerson) Para los Griegos, la Belleza (Kalón) tenía un sentido diferente del que se le da actualmente. Era un sentido mucho más amplio: Incluía cualidades estéticas pero especialmente, cualidades morales, no sólo lo bello sino también lo justo. De manera general significaba "todo aquello que gusta, que atrae, que despierta admiración" pero también lo que es justo y lo que es bueno. En este sentido, Platón identificaba directamente a la Belleza con el Bien y la Verdad. (Fuente) "La belleza es el esplendor de la verdad", afirmó Platón en El Banquete. (Se trata de un diálogo en el que el tema fundamental es el amor) Un hombre enamorado se siente atraído en un principio por un cuerpo hermoso y después por todos los cuerpos, cuyas bellezas son todas hermanas. Éste es el primer grado del amor. El segundo grado consiste en el enamoramiento de las almas bellas, de los sentimientos, de las acciones bellas, de las ciencias cuyo conocimiento inspira los discursos más bellos de la Filosofía. Y por fin, el tercer grado es la Ciencia de lo Bello: "Hombre afortunado aquél a quien le es dado contemplar la Ciencia de lo Bello", escribe Platón, y prosigue en las palabras de Diotime: "Si alguna cosa da valor a esta vida, es la contemplación de la Belleza Absoluta" (Dios) Platón recoge en su pensamiento lo que fue el ideal del hombre griego, ya presente en los textos homéricos y que después se verá reforzado por escritores como Píndaro, Esquilo, Sófocles, Tucídices o Jenofonte. Es el ideal contenido en la expresión "kalos kai agathos", "lo bello y lo bueno", entendiendo por "bueno" también "la Verdad", "la Libertad" y "la Justicia", en una correspondencia etimológica en la que el término "Agathos" es utilizado para expresar, indistintamente, cada uno de estos conceptos. Las últimas páginas de El Banquete se refieren a cómo el amor se eleva hacia la contemplación de la Belleza Absoluta, que el filósofo identifica con Dios. Así, se lee en este diálogo: "Préstame ahora toda la atención de que seas capaz. Quien esté iniciado en los misterios del amor hasta el punto en que estamos, después de haber recorrido en un orden conveniente todos los grados de lo bello, llegado al término de la iniciación, descubrirá de repente una maravillosa belleza, la que era el objetivo de todos sus trabajos anteriores: Belleza Eterna, increada e imperecedera. (…) Si alguna cosa da valor a esta vida, es la contemplación de esta Belleza Absoluta. (…) ¿Qué pensar de un mortal a quien le fuera dado contemplar la Belleza Pura?". Y sigue el filósofo desde esa correspondencia entre Belleza, Bondad y Verdad hasta llegar a identificar la Virtud, la famosa "Areté" Helena, como el camino para ser amado por los Dioses. También es interesante aquel pasaje conocidísimo de las Confesiones de San Agustín, que dice: "Tarde te amé, Dios mío, hermosura tan antigua y tan nueva; tarde te amé. Tu estabas dentro de mi Alma, y yo distraído fuera, y allí mismo te buscaba: y perdiendo la hermosura de mi alma, me dejaba llevar de estas hermosas criaturas exteriores que Tu has creado. De lo que infiero que Tu estabas conmigo, pero yo no estaba contigo; y me alejaban y tenían muy apartado de Ti aquellas mismas cosas que no tuvieran ser, si no estuvieran en Ti" Este referirse a Dios como belleza, nos permite entrever que la experiencia estética puede ser un camino para la experiencia religiosa. Paul Evdokimov, en su obra L'art de l'icône, theologie de la beauté, trae a colación los testimonios de los distintos Padres del Oriente hasta el siglo IV para subrayar que la experiencia estética de aquellas personas desembocaba en una experiencia religiosa: San Cirilo de Alejandría, San Basilio, etc. precisan que lo propio del Espíritu es ser un Espíritu de Belleza. No son pocos los pasajes de sus obras que han llegado hasta nosotros, unos fragmentos en los que se detienen en la contemplación de la belleza de la creación para elevarse a la Belleza Eterna del Artífice y, por tanto, nos transmiten una sincera experiencia religiosa. (María Dolores de Asís, en Fluvium) |
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Estilo Zen La Filosofía Zen promueve conceptos como la armonía y el equilibrio, a nivel estético es un estilo en el que predominan los colores neutros, las maderas naturales, los muebles sencillos hasta el extremo y la luz indirecta, todo en perfecto equilibrio. Así se intenta conseguir un ambiente adecuado para meditar. Este estilo se basa en la simplicidad y el orden por dentro y por fuera, inspirado en los conceptos de paz y silencio, así como las líneas rectas y los aromas sutiles. Los muebles de haya y de líneas puras armonizan con la pureza en los colores y materiales. El espacio es muy sobrio, confortable y práctico. Un ambiente de estilo Zen es un lugar donde es cómodo moverse. Los espacios encajan sutil y naturalmente los unos dentro de los otros. (Fuente) |
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